domingo, 12 de abril de 2015

+ 10.000 y de regreso

Justo coincide con mi final "tortugués".
Las entradas a este nuestro blogg han superado las 10.000. Ni imaginar que en estos meses podría registrar este número, pero... el día al día lo ha hecho posible. Mil gracias a quienes, con fidelidad y paciencia espartana, me habéis leído. 
Soy consciente que ni todos han leído todo, ni falta que hace, ni todo el mundo que ha leído algo tiene porqué estar de acuerdo. Efectivamente ha habido +1, comentarios positivos... y también en desacuerdo. Quede todo ello en el registro.

Pido perdón por si en algún momento hubiera podido ofender a alguien. Ni era mi intención ni siempre uno puede controlas las emociones. Escribir a diario tiene ese riesgo y hacerlo con limitaciones extremas de conectividad más pues no permite fácilmente corregir, replantear... en todo caso mis excusas son sinceras.

Gracias sobre todo a los fieles diarios, que lo hay, me consta pro los correos recibidos, que en más de una ocasión os he ayudado en vuestra reflexión personal y de eso se trataba.





Y después de la despedida en La Tortuga, inicio regreso: Puerto de Paz - Puerto Príncipe - Miami - Madrid- Valencia - Mallorca - Roma. 3 días maratonianos y más encuentros y despedidas. 

Abrazos sostenidos y feliz semana.
Puerto de Paz



jueves, 9 de abril de 2015

ADIÓS, LA TORTUGA… ADIÓS … POR AHORA.

Mi Ítaca-Tortuga, toca a su fin.
Nunca imaginé que podría recibir tanto bien en una experiencia de gratuidad como la que he vivido en estos meses en Haití. Mis necesidades y motivaciones ya las compartí en su día y se han visto superadas en todas sus expectativas. Lo agradezco en el alma y agradezco en particular a quienes lo han hecho posible que son muchos: José maría, Jesús Miguel, Martín, Anndy, Bouzi, Carlos, Antonio, Bob… pasando por cada una de las comunidades de Haití y de manera especial a la del Escolasticado de Puerto Príncipe y su Director, H. Alfonso.


He intentado vivir con sentido, intensidad, fuerza… He pretendido no vivir ajeno a la realidad ni de aquí en Haití ni del mundo. He vivido en clave de conversión personal y, sin duda, el ambiente me lo ha favorecido. He vivido el presente con intensidad. Me viene a la mente aquello, ya muy conocido, que se atribuye a Buda cuando le preguntaron qué le sorprendía más de la humanidad, y él respondió:
“Los hombres que pierden la salud para juntar dinero, y luego pierden el dinero para recuperar la salud; por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente; de tal forma que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro; viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubiera vivido”

Da para mucha reflexión ¿verdad? ¡Pues sí!

Efectivamente he vivido con intensidad estos meses, sin preocuparme excesivamente por el mañana. Bueno, algún plan había hecho pero que se ha visto totalmente frustrado. Me había ocupado en mirar el futuro inmediato  pero en paz, sin agobios y sin dedicarle excesivo tiempo. Esos planes no respondía a la idea de John Lenon cuando decía: “la vida es lo que sucede mientras estás ocupado en hacer otros planes”. He vivido, sí, pero saboreando sin prisas cada momento… mirando al maravilloso mar… dejándome llevar por lo que Dios me decía en cada instante, dejándome interpelar por lo que su Palabra provocaba en mí… dejándome cuestionar por la vida de la gente de aquí… ¿Soñando? A veces sí y a veces no. Me gusta soñar, es bueno soñar… pero no he vivido esta experiencia como “ensoñación” sino con mucho realismo.

He vivido con poco y he disfrutado mucho. Me he reído, a veces también llorado. Me he emocionado, a veces también enfadado. He descansado, a veces también agotado… He disfrutado. Lo escribía el escritor suizo Jean Petit-Senn: “No lo que tenemos, sino lo que disfrutamos, constituye nuestra abundancia”. Bien cierto.




¿La lengua? Sin duda un condicionante. En todo caso quien acudió a La Tortuga fui yo, era yo quien debía adaptarse, respetar, asumir, insertarse… aprender, aunque sólo fueran las  palabras clave para una mínima relación. El Creol haitiano tiene su encanto y su dificultad.  El francés sirve pero ni siempre ni en todo. Sin embargo ni problema, ni justificación, ni impedimento para la acción, en todo caso limitación. Además, un poco de silencio a mi verborrea no venía mal. Lo dice proverbio chino: “Quien mucho sabe, no habla; quien mucho habla, no sabe”. El lenguaje de la mirada, el lenguaje del gesto y, sobre todo, el lenguaje del corazón son universales, son lenguajes comunes que, cuando hay sentido común, ayudan a lo fundamental: comunicarse en lo esencial.

La gente, sus rostros, su mirada… su hambre, de todo. Su sencillez, su sonrisa, su afecto, su acogida… sus alegrías y sus tristezas, sus retos…no han sido ajenos a mí. Dolor, impotencia ante el sufrimiento y consciencia de aquello que decía el doctor Viktor Frankl en sus días de reclusión en el campo de concentración: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontas ese sufrimiento”. Me hubiera gustado haber podido hacer mucho más, he experimentado muchas limitaciones, he sentido a veces rabia, a veces pena, a veces turbación… pero sé que en mis manos ni estaba la solución ni yo era un “redentor”, he vivido con la mayor actitud de colaboración en aquello que me era posible. Me he identificado e intentado aportar mi pequeño y humilde granito de arena. Eso sí, con mucha ilusión.

He aprendido de todo y de todos. Pero he necesitado vaciarme, sacudir mis prejuicios, superar actitudes permanentes que nada favorecían en mi “Ítaca-Tortuga” y abrirme a los cambios, a la realidad de aquí, superar mi europeizada visión… meterme en su piel y dejarme evangelizar. Otro proverbio chino dice: “Para poder beber un buen vino en una taza llena de té, primero hay que tirar el té, y después servir el buen vino”. ¿O no?


En definitiva: he sido feliz. Dios nos da la vida y la vocación para que seamos felices. José Luis Borges escribía desde su vivencia personal aquello de: “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no he sido feliz”. Habré cometido otros pero ese no ha sido mi pecado. He sido, soy, feliz. He vivido con buen humor incluso ante la adversidad. Me he sentido tocado, tocado en mi corazón. ¡Ojalá haya podido también tocar el corazón de otros! He vivido con optimismo, con sinceridad y confianza desde el interior y para el exterior.

¿Perfección? ¡No! Tentaciones, fallos, errores me han acompañado también. He intentado que no dificultaran ni la vida de la comunidad ni nuestro compromiso en la misión pero uno tiene su carácter, sus manías, sus vicios, sus limitaciones e incoherencias… y ello nos acompaña estemos dónde y cómo estemos. Sí, la actitud y el esfuerzo por superar han estado presentes, pero ya lo sabemos… “casi nunca por completo” como decía Juan de La Salle. De todas maneras nuestro antiguo alumno José Luis Martín Descalzo decía: “Pasarse la vida dándole vueltas a nuestros propios errores, es señal de un refinadísimo orgullo”. He practicado el perdón, a mí mismo también y recuperado la armonía en mi vida. Al menos la que necesitaba.

Eso sí. Hermano con mis Hermanos. No, no ha sido nuestra comunidad una comunidad perfecta pero si muy humana y fraterna. Seguramente hubiéramos podido desarrollar dinamismos comunitarios mucho más profundos pero me he sentido bien, he vivido con respeto, cercanía, acogida… por parte del resto de Hermanos e intentado que mi presencia sumara y no restara. A ellos mi agradecimiento más profundo. Sigue siendo válida la necesidad que nuestro fundador expresaba en su Meditación 39: “Rogad al Dios de los corazones, que del vuestro y del de vuestros Hermanos, forme uno solo en el de Jesús”.

Y nada más. Ahora una nueva misión, nuevos retos, nuevas experiencias, nuevas respuestas a nuevas necesidades… sin duda se me abre todo un mundo nuevo a descubrir. Por aquí lo seguiremos compartiendo de una u otra manera. En todo caso, con Haití en mi corazón, seguiré caminando dejándome “tocar” por lo nuevo que está llegando. Al fin y al cabo, y en palabras del papa Francisco: “la única herencia que nos ha dejado Jesús es ser servidores los unos de los otros”. ¿O no? ¡Pues sí!

Y como se dice aquí “Mèsi anpil”. “Muchas gracias”.


La Tortuga, 9 de abril de 2015

H. Rafa Matas

lunes, 6 de abril de 2015

PREPARANDO FIN DE SEMANA

Ver para creer. Algo parecido nos ocurre a nosotros, pedimos verificación... poder tocar con nuestras manos, tenerlo todo racionalmente claro... y aveces lo que parece no es y lo que no parece, es. ¿O no?
Busquemos un  tiempo para pensar... al menos eso.




Evangelio de Juan 20, 19-31

         Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio de ellos y les dijo:
         ¾ Paz a vosotros.
         Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
         ¾ Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
         Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
         ¾ Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
         Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
         ¾ Hemos visto al Señor.
         Pero él les contestó:
         ¾ Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
         A los ocho días, estaba otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
         ¾ Paz a vosotros.
         Luego dijo a Tomás:
         ¾ Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
         Contestó Tomás:
         ¾ ¡Señor mío y Dios mío!
         Jesús le dijo:
         ¾ ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
         Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.




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UNA CATEQUESIS SOBRE LA RESURRECCIÓN

A juzgar por los elementos que contiene, nos hallamos ante una catequesis “completa” sobre la resurrección. Una catequesis que tiene como destinatarios –el evangelio de Juan se escribe en torno al año 100- a los discípulos de la “segunda generación”.

         ¿Por qué a no pocos cristianos les cuesta aceptar que se trate de una catequesis? Los motivos pueden ser varios: por un lado, venimos de una tradición que ha entendido estos relatos en una tal literalidad, que resulta difícil abandonarla; por otro, nuestra imaginación –con ayuda también de pintores y predicadores- “creó” la escena, y eso nos hace pensar que lo imaginado tiene que ser real; por otro todavía, nuestra mente exige una prueba “tangible” –como el apóstol Tomás en este relato-, sin percibir que se trata de un ámbito al que la mente nunca puede tener acceso.

         Por todo ello puede resultar difícil reconocer que este relato sea una escenificación catequética, a través de la cual, el autor del evangelio quiera comunicarnos la experiencia de los primeros testigos, el mensaje que encierra la resurrección y la invitación a “creer sin ver”. De no ser así, ¿cómo se explicaría que un hecho tan contundente no haya sido narrado por los otros evangelistas?

Todo apunta a que la escena de Tomás es un añadido posterior, que tenía como objeto señalar la igualdad básica de la fe de la comunidad actual con aquella de los primeros discípulos. El centro de la narración se encuentra justamente en la bienaventuranza con que concluye: “Dichosos los que crean sin haber visto”.

         ¿Por qué entonces la insistencia en los agujeros de los clavos en las manos y de la lanza en el costado? Sin duda, es el modo portentoso de señalar que nos hacen falta pruebas físicas para creer en el resucitado. De hecho, en ningún momento se dice que Tomás accediera a tocar las heridas.

         En realidad, se trata de una invitación a la fe, que se expresa en la confesión final: “¡Señor mío y Dios mío!”. Por eso, los destinatarios del relato son precisamente “los que crean sin haber visto”, a quienes se les llama “dichosos”. Pero no se entiende la fe como “creencia” o adhesión mental, sino como “mirada profunda” –más allá de la mente: más allá de los agujeros de los clavos y de la lanza- que nos permite “ver” de otro modo.

         La conclusión del texto que hoy comentamos sería el final original del evangelio, en el que se deja en claro la finalidad del escrito. Encontramos en él temas muy queridos para el autor: “creer”, “tener vida”, “Hijo de Dios”.

El objetivo del autor no es ofrecer una crónica periodística, sino un testimonio de fe en Jesús, y busca promover esa misma fe que es vida para quien la acoge. “Vida” es el término que mejor parece expresar, para este evangelio, el don de Jesús. En realidad, incluye todo; por ello, es un nombre adecuado también para referirse a “Lo que es”, a lo que constituye el núcleo último de todo y nuestra identidad más profunda. 



Abrazos sostenidos y feliz por creer sin ver, demasiado.
Puerto de Paz

LLORAR


A SUGERENCIA DE VARIOS DE VOSOTROS  incluyo mi reflexión de abril, sobre los "lloros". Que lloréis a gusto.
A corazón abierto
LLORAR

“Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al SEÑOR, y dijo: Te ruego, oh SEÑOR, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante tus ojos. Y Ezequías lloró amargamente. Entonces la palabra del SEÑOR vino a Isaías, diciendo…” Is 38,3-4

Lo que se dice llorar, lloramos todos. Unas veces en público y otras… en privado. Además, es necesario hacerlo. Lloramos de alegría y también de tristeza. Por fuera o por dentro, que es una forma de hablar, pero lloramos. Las emociones, los sentimientos… son su motor, las experiencias la energía que lo dinamiza. Es una de las muchas maneras de comunicarnos no verbalmente.

También lloramos, a veces, sin motivos aparentes. Especialmente somos vulnerables al lloro cuando nos encontramos algo depresivos. Algunas veces por estrés, por impotencia. Otras, para llamar la atención. Eso lo saben hacer muy bien los niños. Lloramos en las despedidas y en los reencuentros. Hay lloros ficticios, simulados, de insistencia…

Llorar es bueno. Desahoga nuestra alma, manifiesta nuestro estado y, como mínimo, nos hace sentir siempre bien. A la corta o a la larga, pero reconozcamos que después de un buen lloro nos quedamos mucho más serenos. Según las encuestas (que las hay para todos los gustos, también sobre lloros), el 85% de las mujeres y el 73% de los hombres aseguran sentirse mejor después de llorar. Yo siempre.

Lloran los niños y con frecuencia. Lloran las mujeres, se dice que al menos 5 veces al mes. Lloramos los hombres, se dice que 1 vez al mes. Verdad o mentira, lo dejamos para los científicos y sociólogos, pero lloramos.

Después de un buen chiste. Cuando una gran meta se ha conseguido o un éxito alcanzado. Con una buena noticia recibida inesperadamente… ¡Lloramos! De alegría, pero lloramos.
Ante la muerte de un ser querido. Ante la enfermedad inesperada. Ante una tragedia. Ante un dolor repentino o continuado. Ante una rabia no contenida. También de hambre. Ante un fracaso… ¡Lloramos! De sufrimiento, pero lloramos.

Incluso afirmamos aquello de “quien bien te quiere te hará llorar”… o “Quien no llora no mama”… o “más vale prevenir que llorar”… o “llorando nacen todos, riendo ni uno solo”



¿Lloras tú? ¿Cuándo?

No todos reaccionamos igual. Ni tenemos la misma capacidad ni los mismos sentimientos ante los mismos hechos. Unos controlan sus lloros más que otros e incluso algunos lo reprimen…lo evitan, como si fuera prueba de debilidad. Otros, siempre a flor de piel, irrumpen enseguida porque les basta con poco para… Tenemos diferentes maneras de llorar. Pero lloramos. Concepción Arenal afirmaba: El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras”.

El escritor argentino Julio Cortazar en su libro de cuentos "instrucciones" escribió así:
Instrucciones para Llorar : "Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos".

Aquí en La Tortuga, me han impresionado los lloros. Los lloros de los niños porque no tienen qué llevarse a la boca. Los lloros de las mujeres ante la muerte. Esos gritos que desgarran el alma. Durante días e incluso semanas… el lloro es su único consuelo. Es difícil pasar un día sin escuchar en la isla algún llanto no contenido. Os comparto que me conmueven por dentro. Reconozco que sufrir, purifica y llorar ayuda a sobrellevar el sufrimiento. San Juan Bta. De La Salle nos dice: Vuestra alegría es sólida si os regocijáis en medio de los sufrimientos” MD 33,2,2 No es fácil asumir el sufrimiento que se torna en lloro pero reconozco la bondad espiritual del tema. La he experimentado. Es curativa. Y como dice el proverbio irlandés: “las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son aún las que no se derraman”.



Claro, yo también lloro. En amores y desamores. Con alegrías, tristezas y emociones.
De alegría cuando veo a una persona luchar por el desarrollo humano de un pueblo. Cuando veo corresponder mi sonrisa con la sonrisa de un niño o de un joven o de un adulto ¡qué más da! Cuando veo a cualquier persona con riesgo de exclusión social lograr superarse y ser autónomo, uno más entre… Cuando quienes amo son capaces también de experimentar el amor. Cuando conozco personas comprometidas de forma altruista a favor de la justicia y la paz. He llorado de alegría con alguna película de Louis de Funes, y ¿cómo no? Viendo “Love atualli”, en algún monólogo teatral, algunas veces con algún buen “cuentachistes” cosa difícil de encontrar. Lloré a gusto en la boda de Jaume y Marçita. Con algunas anécdotas del “perilla” graciosamente narradas por antiguos alumnos o profesores… Cuando hice mis Votos Perpetuos en Pont d’Inca, ha llovido ya. Un 26 de diciembre en casa de mi familia Sanchís-Orts, con el amigo Ramón… ¡Tan fácil como lo tiene!, Una noche en Manises, en comunidad, con Rufino, Jesús y Félix…

De honda tristeza cuando descubro en mi entorno mala voluntad y ganas de fastidiar. Cuando he comprobado abusos, de todo tipo, hacia los demás. Cuando un fuerte se aprovecha de un débil aunque… quién es fuerte o quién es débil ¡tú verás! Cuando murieron mis padres y mi madrina, lloré en la intimidad. Cuando vi por primera vez al H. Pascual Muñoz, allá en la Clínicas de la Zarzuela, semanas antes que se lo llevara el águila negra de la muerte. Cuando vi yacente en una caja a mi primer alumno, niño aún. Cuando he visto cabalgar sin sentido, colocados… a muchas personas, amigos también. Cuando he leído noticias amargas de intransigencia, irracional radicalismo, de deshumanización. Cuando el accidente de aviocar allá, en Guinea Ecuatorial, ante el puzle de carne humana y mi impotencia.

De emoción con el aplauso del Capítulo General al H. Álvaro en su despedida como Superior General ¡tantos años! En las bodas de algunos de mis íntimos ¡bastantes! Cuando Amet se despidió después de su proceso de emancipación en Pont d’Inca (Mallorca) ¡cuánto esfuerzo! Cuando Javier y Martín me dijeron que querían ser Hermanos ¡tanta sequía! Cuando Fidel y Victorino me dijeron sí para ser Directores de comunidad ¡cuánta superación personal! Cuando Boby, nuestro pequeño perro de La Tortuga, se echó a mis piernas saltando como un loco por verme de nuevo después de 10 días de ausencia en la isla ¡tanta fidelidad! En los compromisos de nuestros Asociados, especialmente de los padres de mi ahijado Guillermo, Francisco y Maricruz ¡tanto discernimiento! En el centenario del H. Deogracias Fuertes ¡quién le ha visto y quién le ve! Cuando alguien me ha dicho ¡te quiero!

Como podéis imaginar, en mi caso, supero fácilmente las estadísticas. Y más que lloraré. Bien pronto, al menos en mi despedida de aquí, mi “Ítaca – Tortuga”.

Desde que el mundo es mundo, los humanos lloramos. Dicen que somos la única especie que lo hace. Algunos tienen dudas sobre ello. También yo. A veces tenemos la sensación que hay más momentos de tristeza que de alegría en nuestra vida. En todo caso, el Fundador escribe que La alegría del mundo será corta, y la de los servidores de Dios no tendrá fin” MD 34,1,1 Estamos más bien llamados a una alegría perpetua pero… purificada en el crisol del sufrimiento. ¿O no? Eso sí, lloremos por un motivo u otro nunca debemos olvidar que “no se es dichoso en este mundo sino cuando se hacen las cosas con la mira en Dios” C 88,1 como nos indica San Juan Bta. De La Salle, y en este sentido el lloro y las causas que lo producen adquieren una luminosidad diferente, un sentido espiritualmente fecundo.



Uno se pregunta el porqué Ezequías, con un estilo de vida de fe y de dedicación total que hizo lo correcto en su vida, le recordamos como uno de los reyes más piadosos de Judea por su corazón íntegro… no así su hijo Manases… estuvo tan incómodo ante el pensamiento de su muerte, lo cierto es que “lloró amargamente” Is 38,3 nadie está exento de hacerlo ni siquiera Jesús que lloró por Jerusalén (Lc 19,41-44) seguramente lloraría hoy también al ver a su Iglesia. Lloró, diez letras en dos palabras que encontramos en Jn 11,35, lo hizo como cualquier hombre al verse rechazado, solo, abandonado incluso por los suyos… ¡Cómo no iba a llorar! Desde su experiencia nos dejó el broche de oro para los que lloramos:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” Mt. 5,4

¿Puede decirse algo más profundo? Para quienes el lloro huele a desesperación, es toda una meditación profunda. En todo caso y si lo necesitas, ahí está también mi hombro. Lloremos juntos. Llorar también es "resurrección" ¿o no?

PARA PENSAR

1.      ¿Lloro?
2.      ¿Más de la alegría, de la tristeza, desde la emoción?
3.      ¿Cuáles son las causas de mis lloros?
4.      ¿Me ayuda la fe? ¿Qué me ayuda?

PARA ORAR

LLORAS TÚ TAMBIÉN

Llora la vida.
Lloras Tú, también.
Maltrato.
Nuevas esclavitudes.
Sin sentido.
Vacío.
Lloramos, lloras Tú.

Llora el mundo.
Lloras Tú, también.
Guerra.
Radicalismo.
Extorsión.
Corrupción.
Lloramos, lloras Tú.

Llora la vida en el hambriento.
Llora sin cesar.
Por el emigrante rechazado.
Por el parado y en el que no tiene pan.
Llora la vida del no nacido.
Llora sin cesar.
Por todas las víctimas de la violencia.
Por la esclavitud infantil.
Llora en la prostitución y en el vacío existencial.

Con todo ello,
por todo ello. Lloras Tú también.

Llora el mundo
hambriento y sediento de paz.
ríos de sangre le hacen llorar.
Llora el mundo
buscando cobijo, un techo, un hogar
a millones desplazados que en él
vagan sin parar.
Llora el mundo
triste verdad.
Llora la vida

Lloras Tú, Señor,
Con nosotros.
Lloras sin cesar.

La Tortuga 2015