lunes, 31 de agosto de 2015

¡Ay, Señor, Señor!


Primera reflexión en mi Retiro:  

                    ¡Ay, Señor, Señor!

                              “Y a ti, ¿qué te importa? Tú sígueme”
                                                                        Jn 21, 21-22

En esta primera tarde de retiro, a solas en mi habitación. Una sencilla habitación franciscana en Maiori (Salerno) al sur de Italia… aunque está junto al mar, mi ventana mira a una alta roca. No podrán disiparme ni la infinidad del mar ni las entradas y salidas de las pequeñas embarcaciones del puerto deportivo que tenemos enfrente.

HH. Andrés, Rafa y Jean-François
 Me llega la noticia de que el joven mexicano H. Andrés está ya volando hacia el Líbano. Allí se reunirá con el H. Miguel, Marista catalán, para iniciar el “Proyecto Fratelli”: una nueva obra intercongregacional (La Salle – Maristas) que mañana iniciamos para acoger, apoyar… ser hermanos de tantos niños. Jóvenes y adultos desplazados de Siria. Mientras los políticos europeos discuten y discuten, nosotros intentamos aportar un grano de arena ante esta innombrable e injusta situación.

Surge en mí, evocando aquella exitosa serie de Xesc Forteza y Andrés Pajares : ¡Ay, Señor, Señor!”. También brota mi oración por aquellos que están dejando su piel en las fronteras, en los camiones frigoríficos o no, en el mar… por aquellos cuyas esperanzas se ven frustradas también al llegar a nuestras fronteras… viene a mi mente la frontera entre México y estados Unidos allá en Tijuana y que fotografié. Leedlo en la foto con vuestros propios ojos. No necesita explicación.

Frontera de Tijuana/USA
Sin darme cuenta aparecen en la gran pantalla de mi mente imágenes de mi visita a Auschwitz, la crueldad humana. También otros pueblos, como los indios de Guatemala, que sistemáticamente han sido secuestrados, torturados, ejecutados, perseguidos… por militares y afines políticos. O los millones de seres, hermanos nuestros, que a día de hoy y vergonzosamente para la humanidad siguen muriendo de hambre. ¡”Ay, Señor, Señor!”: ¿Y por qué?

Se me antoja como pregunta básica. Es una pregunta con cierta lógica, frecuente, humana… No, tranquilos no es mi interés ahora responderla. Mejor que esto lo haga cada uno. Pero ha brotado en mí, me ha hecho reflexionar y orar. La comparto intentando poner rostros a los gritos, demasiados gritos, de seres humanos indefensos que nos piden manos que acojan, corazones que sientan, puertas abiertas… y no, no las encuentran al menos en su mayoría.

Dios no nos pide que nos sintamos por encima de ellos y ellas. Dios nos pide si somos capaces de leer los desastres que engendramos y si éstos nos ayudan a cambiar, arrepentirnos de algo, a ¿convertirnos un poco? Pero al estilo de Maximiliano Kolbe… Sin duda el sufrimiento humano me lleva a liberarme de toda arrogancia, de todo juicio, de toda condena. Ojalá estos días me ayuden para que mi corazón se más de carne que de piedra recordando las palabras de Ezequiel: “Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” Ez 11,19. Que así sea.


Creo que pasamos demasiado tiempo juzgando a los demás. Demasiado tiempo criticando a los demás, sean quienes sean, y nos impide centrarnos en nosotros mismos, en mí mismo, para cambiar el corazón que es lo que verdaderamente debiéamos cambiar, al menos yo.

Seguimos diciendo fíjate en este o en aquel, fíjate en este partido o en el otro, fíjate en… Y Jesús nos dice lo que le dijo a Pedro cuando este le preguntó qué pasaba con Juan: “Y a ti, ¿qué te importa? Tú sígueme” Jn 21,21-22. Déjate de rollos, déjate de mirar al vecino, déjate de celos y envidias, déjate de poner excusas… de mirar al vecino… céntrate en ti y… “Sígueme”.


Niña de Isla La Tortuga
 Y hablando de juicios, ante el caso de las “proabortistas” que irrumpieron en la Iglesia de San Miguel de Palma y ante el juicio civil, sí las de “fuera rosarios de nuestros ovarios”… Siempre tan finas y educadas. Me ha llamado la atención la frase provocadora (imagino que eso piensa él) de nuestro representante de Iglesias en la tierra de nuestras islas, Alberto Jarabo (Podemos) que afirma en su limitada visión: “La Iglesia irrumpe constantemente en la vida política, pública y social de nuestro país con declaraciones y opiniones que pertenecen al ámbito religioso, en particular de la religión católica, y por lo tanto atenta contra la libertad de conciencia y el sentimiento religioso del resto del Estado”. Cómo he dicho de no juzgar, no lo hago. Sólo lo incorporo a mi oración porque esa no es “mi” Iglesia, pese a quien le pese. La mía va mucho más por el camino del encuentro y la reconciliación, de la acogida y la misericordia, del amor. En todo caso, siempre viene bien reflexionar… por si acaso.




"¡Ay, Señor, Señor!”

H. Rafa Matas

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