Segunda reflexión:
“Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en
vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el SEÑOR, he hablado y lo he hecho” Ez
34,14
DESDE MI VENTANA |
Día caluroso. Contemplo de nuevo la montaña desde mi habitación.
Me fijo en un precioso detalle: aún en medio de la dura y muerta roca, hay
vida. Nadie riega las plantas y los árboles que nacen ella, excepto la misma
naturaleza. Nadie las abona. Sin embargo, muchos como yo, se habrán asombrado
al verlas. Sin duda llevan días, años… para el deleite de quienes las
contemplamos. Y es algo natural, existe en muchos lugares de nuestro malogrado
planeta.
Viene a mi mente la palabra FIDELIDAD. Las plantas nacidas
en lugares inhóspitos permanecen a “contracorriente” a no ser que la propia
mano humana, tantas veces inhumana, las elimine para otros intereses casi
siempre antinaturales.
Es verdad, no es precisamente la fidelidad una realidad que
en la actualidad se presente como valor significativo. Vivimos y muy contentos,
en lo que llamamos la “cultura de la provisionalidad”. Sin referencias fuera de
uno mismo, sin referencia a Dios es difícil jugarse la vida totalmente. Mis
amigos me han preguntado muchas veces cómo sigo siendo Hermano. Incluso alguno
de los más cercano me despidió al irme al noviciado diciéndome “hasta la semana
que viene”. Y han pasado más de 30 años… Sin embargo creo firmemente que
nuestra vida tiene significado solo si tiene la valentía de una decisión para
siempre.
Pienso en los muchos jóvenes que durante este verano han
hecho sus primeros votos. Un grupo numeroso que, a contracorriente, han
decidido y optado por una vida centrada en el amor, compartida en todo con
desconocidos, dedicada a quienes más lo necesitan… y con la intención de no
volver la vista atrás. ¿Vida nueva que nace en una roca vetusta y aparentemente
caducada? ¿Conseguirán ser felices en ella? ¿Vivirán desde la fidelidad a las
cosas pequeñas o sucumbirán a la provisionalidad? Seguro que todo habrá pero
estoy convencido de que desde la generosidad, su generosidad, experimentan ya
que en la vida hay que arriesgarse y aventurar nuestra libertad en una alianza
definitiva con un Dios de vida y no de muertos.
H. ARSENIO |
Necesitamos trabajar nuestro interior, combatir las
“pasiones tristes”, dominar las “pesadillas nocturnas”, contrarrestar la
“modernidad líquida” y no tener miedo de decir “Para siempre” como lo dijo hace
unos días nuestro querido H. Arsenio en Madrid. A ti te dedico hoy este blog y
mi oración. Hermano joven entregado por la causa de otro Reino, con quien he
compartida multitud de experiencias y que es capaz de superar las dificultades
provisionales que le regala la cotidianidad. Si él puede, si yo puedo… muchos
podemos.
Y hablando de podemos, ayer hacía una referencia no propagandista.
¡Qué ignorancia la suya! También el Sr. Jarabo, cada vez mas endiosado y temido
por quienes conforman el pacto en mi tierra de las Islas Baleares, afirmaba: “Desde siempre,
la Iglesia ha perseguido a las mujeres, especialmente a las no sumisas, y actualmente
con este tipo de acciones demuestra que lo continúa haciendo”. No cabe
comentario alguno. Él sabrá porqué lo dice y desde qué experiencia. Como ayer,
mantengo mi convicción, esa no es mi Iglesia ni la Iglesia que yo conozco.
Viejos tópicos para viejas heridas. Algunos no se han enterado que la Iglesia
no son los curas y obispos. En fin…
Prefiero las
palabras del Papa Francisco. Y hoy me pregunto cómo poder seguir siendo fiel
desde mi incoherencia y debilidad, cómo seguir sirviendo a mis hermanos y
hermanas con más generosidad, cómo poder seguir creciendo por dentro con sana
espiritualidad, cómo poder superar mi fragilidad y la resistencias que me
impida mi “para siempre”. Intentarlo lo estoy intentando. De esta manera podré “mirar el pasado con gratitud, viviendo el
presente con pasión, para abrazar el futuro con esperanza” como nos invita
Francisco. Lo demás… pamplinas, excusas, resentimientos, envidias, asignaturas
pendientes, ignorancias, miedos…
Ya en el 2013,
Francisco nos decía: “la cultura de lo
provisional nos golpea a todos porque quiere convencernos de que no somos
estructuralmente capaces de un riesgo en el amor tan alto, tan atrayente, tan
bello. Mejor volar bajo”. Pues hoy
digo ¡No! Prefiero no quedarme en el “yo mínimo” que nos explica Christofer
Lash y, aún a contracorriente, volar alto porque la experiencia del amor pide
por naturaleza la totalidad del don y la perspectiva de la eternidad. ¿O no?
Pero como me
siento limitado pido al Señor que reviva mis huesos: “Pondré mi Espíritu en vosotros, y
viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el SEÑOR, he
hablado y lo he hecho”
Ez 34,14.
UN ABRAZO SOSTENIDO EN EL TIEMPO.
H. Rafa Matas
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