A SUGERENCIA DE VARIOS DE VOSOTROS incluyo mi reflexión de abril, sobre los "lloros". Que lloréis a gusto.
A corazón abierto
LLORAR
“Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la
pared y oró al SEÑOR, y dijo: Te ruego, oh SEÑOR, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado
delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante tus
ojos. Y Ezequías lloró amargamente. Entonces la palabra del SEÑOR vino a Isaías,
diciendo…” Is 38,3-4
Lo que se dice llorar,
lloramos todos. Unas veces en público y otras… en privado. Además, es necesario
hacerlo. Lloramos de alegría y también de tristeza. Por fuera o por dentro, que
es una forma de hablar, pero lloramos. Las emociones, los sentimientos… son su motor,
las experiencias la energía que lo dinamiza. Es una de las muchas maneras de
comunicarnos no verbalmente.
También
lloramos, a veces, sin motivos aparentes. Especialmente somos vulnerables al
lloro cuando nos encontramos algo depresivos. Algunas veces por estrés, por
impotencia. Otras, para llamar la atención. Eso lo saben hacer muy bien los
niños. Lloramos en las despedidas y en los reencuentros. Hay lloros ficticios,
simulados, de insistencia…
Llorar es bueno.
Desahoga nuestra alma, manifiesta nuestro estado y, como mínimo, nos hace
sentir siempre bien. A la corta o a la larga, pero reconozcamos que después de
un buen lloro nos quedamos mucho más serenos. Según las encuestas (que las hay
para todos los gustos, también sobre lloros), el 85% de las mujeres y el 73% de
los hombres aseguran sentirse mejor después de llorar. Yo siempre.
Lloran
los niños y con frecuencia. Lloran las mujeres, se dice que al menos 5 veces al
mes. Lloramos los hombres, se dice que 1 vez al mes. Verdad o mentira, lo
dejamos para los científicos y sociólogos, pero lloramos.
Después de un buen
chiste. Cuando una gran meta se ha conseguido o un éxito alcanzado. Con una
buena noticia recibida inesperadamente… ¡Lloramos! De alegría, pero lloramos.
Ante la muerte de un
ser querido. Ante la enfermedad inesperada. Ante una tragedia. Ante un dolor
repentino o continuado. Ante una rabia no contenida. También de hambre. Ante un
fracaso… ¡Lloramos! De sufrimiento, pero lloramos.
Incluso afirmamos
aquello de “quien bien te quiere te hará
llorar”… o “Quien no llora no mama”…
o “más vale prevenir que llorar”… o “llorando nacen todos, riendo ni uno solo”…
¿Lloras tú? ¿Cuándo?
No todos reaccionamos
igual. Ni tenemos la misma capacidad ni los mismos sentimientos ante los mismos
hechos. Unos controlan sus lloros más que otros e incluso algunos lo
reprimen…lo evitan, como si fuera prueba de debilidad. Otros, siempre a flor de
piel, irrumpen enseguida porque les basta con poco para… Tenemos diferentes
maneras de llorar. Pero lloramos. Concepción Arenal afirmaba: “El
llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con
palabras”.
El escritor argentino
Julio Cortazar en su libro de cuentos "instrucciones" escribió así:
Instrucciones para Llorar :
"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar,
entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a
la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario
consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico
acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba
en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la
imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber
contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto
de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra
nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas
manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco
contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del
llanto, tres minutos".
Claro, yo también lloro. En amores y desamores. Con alegrías, tristezas
y emociones.
De alegría cuando veo a una persona luchar por el desarrollo humano de
un pueblo. Cuando veo corresponder mi sonrisa con la sonrisa de un niño o de un
joven o de un adulto ¡qué más da! Cuando veo a cualquier persona con riesgo de
exclusión social lograr superarse y ser autónomo, uno más entre… Cuando quienes
amo son capaces también de experimentar el amor. Cuando conozco personas
comprometidas de forma altruista a favor de la justicia y la paz. He llorado de
alegría con alguna película de Louis de Funes, y ¿cómo no? Viendo “Love
atualli”, en algún monólogo teatral, algunas veces con algún buen
“cuentachistes” cosa difícil de encontrar. Lloré a gusto en la boda de Jaume y
Marçita. Con algunas anécdotas del “perilla” graciosamente narradas por
antiguos alumnos o profesores… Cuando hice mis Votos Perpetuos en Pont d’Inca,
ha llovido ya. Un 26 de diciembre en casa de mi familia Sanchís-Orts, con el
amigo Ramón… ¡Tan fácil como lo tiene!, Una noche en Manises, en comunidad, con
Rufino, Jesús y Félix…
De honda tristeza cuando descubro en mi entorno mala voluntad y ganas
de fastidiar. Cuando he comprobado abusos, de todo tipo, hacia los demás. Cuando
un fuerte se aprovecha de un débil aunque… quién es fuerte o quién es débil ¡tú
verás! Cuando murieron mis padres y mi madrina, lloré en la intimidad. Cuando
vi por primera vez al H. Pascual Muñoz, allá en la Clínicas de la Zarzuela,
semanas antes que se lo llevara el águila negra de la muerte. Cuando vi yacente
en una caja a mi primer alumno, niño aún. Cuando he visto cabalgar sin sentido,
colocados… a muchas personas, amigos también. Cuando he leído noticias amargas
de intransigencia, irracional radicalismo, de deshumanización. Cuando el
accidente de aviocar allá, en Guinea Ecuatorial, ante el puzle de carne humana
y mi impotencia.
De emoción con el aplauso del Capítulo General al H. Álvaro en su
despedida como Superior General ¡tantos años! En las bodas de algunos de mis íntimos
¡bastantes! Cuando Amet se despidió después de su proceso de emancipación en
Pont d’Inca (Mallorca) ¡cuánto esfuerzo! Cuando Javier y Martín me dijeron que
querían ser Hermanos ¡tanta sequía! Cuando Fidel y Victorino me dijeron sí para
ser Directores de comunidad ¡cuánta superación personal! Cuando Boby, nuestro
pequeño perro de La Tortuga, se echó a mis piernas saltando como un loco por
verme de nuevo después de 10 días de ausencia en la isla ¡tanta fidelidad! En
los compromisos de nuestros Asociados, especialmente de los padres de mi
ahijado Guillermo, Francisco y Maricruz ¡tanto discernimiento! En el centenario
del H. Deogracias Fuertes ¡quién le ha visto y quién le ve! Cuando alguien me
ha dicho ¡te quiero!
Como podéis imaginar, en mi caso, supero fácilmente las estadísticas. Y
más que lloraré. Bien pronto, al menos en mi despedida de aquí, mi “Ítaca –
Tortuga”.
Desde que el mundo es mundo, los humanos lloramos. Dicen que somos la
única especie que lo hace. Algunos tienen dudas sobre ello. También yo. A veces
tenemos la sensación que hay más momentos de tristeza que de alegría en nuestra
vida. En todo caso, el Fundador escribe que “La alegría del mundo será corta, y la de
los servidores de Dios no tendrá fin” MD 34,1,1 Estamos más bien llamados a una alegría perpetua pero…
purificada en el crisol del sufrimiento. ¿O no? Eso sí, lloremos por un motivo
u otro nunca debemos olvidar que “no se
es dichoso en este mundo sino cuando se hacen las cosas con la mira en Dios”
C 88,1 como nos indica San Juan Bta. De La Salle, y en este sentido el lloro y
las causas que lo producen adquieren una luminosidad diferente, un sentido
espiritualmente fecundo.
Uno se pregunta el porqué Ezequías, con un estilo de vida de fe y de
dedicación total que hizo lo correcto en su vida, le recordamos como uno de los
reyes más piadosos de Judea por su corazón íntegro… no así su hijo Manases…
estuvo tan incómodo ante el pensamiento de su muerte, lo cierto es que “lloró amargamente” Is 38,3 nadie está
exento de hacerlo ni siquiera Jesús que lloró por Jerusalén (Lc 19,41-44)
seguramente lloraría hoy también al ver a su Iglesia. Lloró, diez letras en dos
palabras que encontramos en Jn 11,35, lo hizo como cualquier hombre al verse
rechazado, solo, abandonado incluso por los suyos… ¡Cómo no iba a llorar! Desde
su experiencia nos dejó el broche de oro para los que lloramos:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos
recibirán consolación”
Mt. 5,4
¿Puede decirse algo más profundo? Para quienes el lloro huele a
desesperación, es toda una meditación profunda. En todo caso y si lo necesitas,
ahí está también mi hombro. Lloremos juntos. Llorar también es "resurrección" ¿o no?
PARA PENSAR
1. ¿Lloro?
2. ¿Más de la alegría, de la tristeza, desde la
emoción?
3. ¿Cuáles son las causas de mis lloros?
4. ¿Me ayuda la fe? ¿Qué me ayuda?
PARA ORAR
LLORAS TÚ TAMBIÉN
Llora la vida.
Lloras Tú, también.
Maltrato.
Nuevas esclavitudes.
Sin sentido.
Vacío.
Lloramos, lloras Tú.
Llora el mundo.
Lloras Tú, también.
Guerra.
Radicalismo.
Extorsión.
Corrupción.
Lloramos, lloras Tú.
Llora la vida en el hambriento.
Llora sin cesar.
Por el emigrante rechazado.
Por el parado y en el que no tiene pan.
Llora la vida del no nacido.
Llora sin cesar.
Por todas las víctimas de la violencia.
Por la esclavitud infantil.
Llora en la prostitución y en el vacío
existencial.
Con todo ello,
Llora el mundo
hambriento y sediento de paz.
ríos de sangre le hacen llorar.
Llora el mundo
buscando cobijo, un techo, un hogar
a millones desplazados que en él
vagan sin parar.
Llora el mundo
triste verdad.
Llora la vida
Lloras Tú, Señor,
Con nosotros.
Lloras sin cesar.
La Tortuga 2015
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