El Evangelio
de hoy nos recuerda: “En medio de
vosotros hay uno que vosotros no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que
no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias” Jn 1,19-28
Juan el Bautista, con ello, nos da la clave de porqué él mismo reconocía que no “era la luz” y de confirmar
como la luz era Jesús de Nazaret. Sin duda el hecho de que "el mismo Mesías" se dejara bautizar por Juan el Bautista es ya todo un signo.
Me pregunto
cómo ser luz. La clave también nos la da la liturgia de hoy de la mano del
profeta Isaías:
“El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena
noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar
la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el
año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi
Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de
triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el
Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”. Is 61, 1-2ª.10-12
Se trata de
que sea capaz de testimoniar con mi compromiso hacia los más vulnerables, sea
cual sea su vulnerabilidad. Dios viene a mí, a ti… a la humanidad entera a
liberar. Todo cuanto esclaviza no es de Dios, todo quien esclavizo tampoco es
de Dios.
Precisamente
porque viene a nosotros, normales y corrientes, sin grandes títulos ni
pretensiones, sin grandes fortunas… viene para todos no para un “grupo de
selectos” y, en la medida que seamos capaces de vivir esa realidad como
realidad liberadora y de liberación, viviremos profundamente alegres. Ni más ni
menos.
Pues que
nadie ni nada nos robe en este Adviento ni la alegría, ni nuestros deseos de
reconocerle en los demás, especialmente los más necesitados, también en cada
uno de nosotros mismos y, de esa manera, irradiaremos nosotros esa luz capaz de
contagiar e todo nuestro alrededor.
Si para esto
hemos de “desaprender” hagámoslo… que rectificar siempre ha sido de sabios.
Abrazos
sostenidos y mucha felicidad nacida del descubrir que Dios viene a liberarnos.
Isla de La
Tortuga
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