En La Tortuga esa fiesta pasa
inadvertida. ¡Qué habría que regalar! No hay tradición. Y en nuestras tierras, cada
vez más, el Papá Nöel este, se nos va comiendo “terreno”. Ya lo sabemos, está
al día el intento de eliminar cualquier vestigio de cultura cristiana. Varios
amigos me han felicitado por el “solsticio de invierno”… no sé exactamente qué
hay que celebrar por la llegada del invierno… como no sea aquí el mucho viento
que nos hace. En fin…
Lo cierto es que los niños que
celebran los Reyes Magos viven estos días expectantes. Me acuerdo estos días
cuando el Grupo de Teatro Hero representábamos el auto de los Reyes Magos en el
“Cine Lírico” de “Can Verga”. Eso sí, para motivar más… siempre lo acompañábamos
de un sainete. ¡Parlant clar s’entenen!
También de los muchos años en los que
fui page del Rey Baltasar… Cara embadurnada de negro, costaba luego limpiarse
bien, cambio de ropa en las Monjas Agustinas y… “cap a Sa Capella” que se convertía
en inicio de la cabalgata que, pasando por el Ayuntamiento, finalizaba con la
Adoración en la Parroquia. Al día siguiente… Misa y, acto seguido, el momento
más esperado… el reparto de juguetes por las casas… a caballo… y esperando una
propinilla para una cena posterior, si llegaba.
Reflexionando el texto
evangélico, me viene la idea de que el Señor normalmente se encuentra con
nosotros, los humanos, por medio de “intermediarios” de “señales”… Es a través
de otra persona, de un acontecimiento, de una experiencia fuerte… como Él se
nos manifiesta. Para los Magos fue la estrella, para los pastores la voz de los
ángeles… para mí, la canción de Ítaca de Lluis Llach… ¿Para ti?
No sé, no sé… parece como si cada
vez más estuviéramos incapacitados para “saber leer” “saber ver” en los
acontecimientos de nuestra vida la “manifestación” (epifanía) de Dios en
nosotros. Quizás sea esta una de las claves de sentirnos un tanto vacíos, de
caminar sin rumbo, de no terminar de encontrar sentido a quienes somos o a
cuanto hacemos.
Sin duda en la Iglesia hemos de cambiar
muchas cosas para que se nos pueda reconocer como portadores de la bondad de
Dios. De hecho algo está cambiando, pero hace falta más. Mucho más y con más
creatividad. Yo no tengo ninguna duda del compromiso de los cristianos, por
tanto también de la Iglesia, en nuestro mundo. Nuestra labor a favor de los más
vulnerables no es discutible; podrá ser cuestionada, requerirá cambios de
mejora… todo lo que uno quiera, pero estamos mojados y bien mojados con muchos
colectivos y muchas personas que, por desgracia, necesitan del otro. En
realidad, todos de una manera o de otra somos “vulnerables” y andamos
necesitados… porque “no sólo de pan vive el hombre”. Unos más que otros, claro
está, porque la “suerte” no está bien repartida.
Si fuéramos capaces de buscar a
Dios, reconocerle, preguntarnos que espera o que quiere de mí… sería más fácil
el ofrecimiento generoso de los muchos dones que hemos recibido y que, con
demasiada frecuencia, nos los guardamos para nosotros mismos o nuestro reducido
entorno inmediato. San Juan Bta. De La Salle nos dice: “Reconoced a Jesús debajo de los harapos de los niños a quienes tenéis
que instruir, y adoradle en ellos” Med 96,2 ¡Todo un reto!
Como los Magos, debemos tener fe
y salir de nuestras comodidades para ponernos en camino,
sabiendo que es Dios mismo quien
sale a nuestro encuentro. ¿Realmente buscamos el encuentro con Dios en nuestra
vida?¿La grandeza de la Creación nos habla de Dios o nos pasa desapercibida? Si
la naturaleza nos habla de Dios: ¿Qué hacemos para cuidarla y protegerla?
¿Buscamos a Dios en las Escrituras y dejamos que su Palabra sea el alimento que
nos nutra en nuestro camino de fe?
Unos sí y otros no.
En todo caso… disfrutemos estos
días con el rostro feliz de nuestros niños, con la esperanza de quien cree bien
merecido un premio y no nos olvidemos especialmente de tantos niños que no podrán
experimentar la “magia” de la generosidad.
Abrazos sostenidos y feliz
preparación de la fiesta de los Reyes. Queda esta semana.
Isla de La Tortuga
No hay comentarios:
Publicar un comentario