He quedado con el H. Anndy para ir al "puerto" a recoger al H. Bouzi, nuestro más joven Hermano de la comunidad, que ha pasado el día ¡pobre! en Puerto de Paz comprando comida para los próximos días. Aquí... difícil y muy cara.
Mientras recorríamos el tortuoso y duro camino hacia Cayonne, volvimos hablar de la aportación de los HH. Canadienses a la Isla. Entre otras cosas, posibilitaron también la construcción de las carreteras (¿?), nos lo recordaba algún corto tramo encementado que queda. Se nota cierto movimiento. Parece que el gobierno actual tiene el firme propósito de invertir en los caminos. En la vera del camino vemos alguna excavadora y algún cilindro de gran envergadura muestra la buena intención. Bien se lo merecen las personas que aquí viven siempre.
Me viene a la mente aquello de "Dios cuida de la gente por medio de la gente". ¡Qué hermoso trabajo el de los Hermanos del Canadá!.
Como siempre, nos cruzamos con gente que sube o baja cargada en la cabeza con agua o ropa para limpiar. Me impresionan quienes van descalzos caminando sobre las piedras. El H. Anndy me dice que están acostumbrados pero... no deja de impresionarme.
Llegamos al puerto y la barca aún no había llegado. Se acercan a saludar algunos conocidos. Me fijo en sus manos. Siento sus callos. Manos duras, desgarradas... aunque limpias y cuidadas. Manos de duro faenar... ¡Cuántos machetes desgastados! Manos dispuestas a colaborar, a dar...
Llega la barca y con ella el H. Bouzi y nuestra comida.
He aprendido que si gritan no significa enfado, más bien entusiasmo, contundencia. El tono de voz grupal suele ser más bien alto. Nos ayudan a descargar y cargar.
¡Oh sorpresa! ¡No soy el único blanco en la Isla!
Entablo conversación con un cubano. Enfermero en el hospital. Nos pide algún favor. Se lo hacemos, claro está. Hemos quedado en vernos y hablar. Ellos son tres, dos enfermeros y una médico. Aún así sí lo soy en el mundo de las escuelas.
Regresamos a casa y, como siempre, servimos de taxi para algunos. Sin cobrar, claro.
Llega uno de los momentos más esperados de la semana: la misa dominical. Hoy la preparan los profesores y alumnos de nuestra Escuela Primaria Notre Dame des Palmistes. Más manos que apretar, más miradas... bienvenida oficial del Párroco al que he pude conocer ayer y a quien le he dado las gracias. Una misa dinámica, participativa con un buen coro animado por 8 músicos profesores.
Reunión comunitaria para hacer nuestro presupuesto. Han tenido el detalle de esperar a que yo llegara. comida... tarde de silencio, soledad, oración... leer un poco mi libro de cabecera (El umbral de la eternidad de Ken Follett.. hay para rato) e iniciar mi segunda reflexión de corte espiritual. Veremos que da de sí.
Manos para dar, desgastadas pero firmes en seguir construyendo.
Comparto el texto que me ha servido de oración personal esta tarde. Por otra parte, bien conocido es aunque ignoro quién es el autor. Es bello y evocador. ¡Cuánta verdad encierra!
No tienes manos, Señor,
tienes sólo nuestras manos
para construir un mundodonde habite la justicia.
No tienes pies, Señor,
tienes sólo nuestros pies
para poner en marcha
la libertad y el amor.
No tienes labios, Señor,
tienes sólo nuestros labios
para anunciar al mundo
la buena noticia de los pobres.
No tienes medios, Señor,
tienes sólo nuestra acción
para lograr que todos seamos hermanos.
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