“La verdadera clave de la
grandeza es ser en verdad lo que aparentamos ser” Sócrates.
No, lo sé, no es nada fácil. Eso
implica una integridad, una armonía, un cuidado personal, unos valores… un
estar sanamente en actitud de “mejora continua” o conversión. Al menos
reconozco que en mí hay incongruencias e incoherencias pero no por ello deja de
tener razón Sócrates. ¿Y en ti? No nos viene nada mal, de vez en
cuando, analizar cuáles son nuestras incongruencias.
Por ir a lo más sencillo,
pensemos en lo más simple de nuestra apariencia. Lo primero que los demás ven
de nosotros es nuestro físico, nuestro cuerpo que es el único medio que tenemos
para vivir. Fuera de él no existimos, todavía.
Con mucha frecuencia nos
preocupamos más de las cosas externas y materiales que nos rodean que de
nosotros mismos. Es curioso, cuidamos el coche con cierto mimo: lo llevamos al
mecánico para su revisión, cambiamos el aceite, lo limpiamos, controlamos sus
ruedas… pero no evitamos la grasa en los alimentos, es más, hasta nos gusta y
lo digo por mí. Tampoco la desechamos por medio de ejercicio. También lo digo
por mí que el único que hago es caminar, ¡que ya es! Bueno es cierto, he de
reconocer que en estos tiempos ha habido incluso hasta la exageración un culto
al cuerpo, un aumento de la práctica de ejercicios en los gimnasios… pero no
para todos, tampoco para mí.
Muchas veces a quienes apreciamos
les recomendamos que se cuiden, que sean previsores ante las enfermedades…
justo cuando nosotros somos los primeros en no cambiar de hábitos. Queremos
vivir sanos y por mucho tiempo, pero no estamos dispuestos a paga el precio:
comer saludablemente, hacer ejercicio y evitar agentes agresores que atacan
nuestra salud ¿o no?
Nuestro cuerpo, lo más aparente
de nosotros mismos, es vulnerable y no lo valoramos suficientemente e incluso
no lo “amamos”. Eso sí, cuando nos ocurre algo entonces añoramos lo bien que
estábamos y reconocemos el maltrato que nos hemos dado a nosotros mismos. No
somos perfectos pero cuidarnos un poco más nos ayudará a que nuestra
“apariencia” sea más agradable y nos sintamos mejor.
Higiene, salud, ejercicio y
control sobre hábitos perniciosos. Yo el primero.
Abrazos sostenidos y feliz cuidado. ¡A limpiarse los dientes!
La Tortuga
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